viernes, 19 de febrero de 2010

Lo cortés no quita lo valiente

Lo cortés no quita lo valiente. Dale a tu oponente una cara amable y obtendrás la victoria. La cara amable tal vez no sea fidedigna pero te acercará a tus objetivos. Alcanza tus objetivos y te sentirás más a gusto contigo mismo. Más tranquilo, eficiente y confiado. Y asi la actuación inical que te llevó a mostrar coertesía y ocultar los dientes, será ahora considerada veridica expresion de tu ser en este momento. Contra la falsa amabilidad que desarrollaste, se transformará en realidad. Ya podrás ser cortés y valiente sin que esto resulte en una actuación. Ya no será mentira y no solo obtendrás victoria y con ella su asociada satisfacción sino que estarás siendo honesto contigo mismo, coherente. De esta manera ganarás aun más en eficiencia. La decision radica en plantear un objetivo y determinar la clase de cortesiá a ser llevada adelante y ante quien. Esta teoría consta de un inconveniente. Si la cortesía no lleva a victorias, habremos sido corteses y valientes, pero derrotados. Y en sucesivas batallas, deberemos acudir al campo con una ya cada vez mas gastada faz de arlequin estóico que puede no convencer a nuestro oponente de nuestras capacidades y dejar ver una clara debilidad e impotencia. Esa que nos hace ver venir al sable en dirección al rotro pero que con orgullo nos impide siquiera una acción de escape. Fingiendo tener un as bajo la manga. A la cabeza vengadora que rugiese y vociferase ideada por Almafuerte se opondría una que rodaría mostrando un rictus pedante, desdeñable. Nuestro oponente se retiraría del campode batalla sin siquiera sensación de victoria.

lunes, 12 de abril de 2004

Y el día se hizo la noche

Aqui me hayo sentado en el asiento del piloto, esperando el fatídico momento, reflexionando acerca de la efimeridad de este momento. Porque puede terminar en cualquier instante. Puede que ya haya terminado y mi tozudez lo prolongue unos segundos. Puede, y es probable, que El Piloto haga maniobras para esquivar el momento, o que al menos haga lo necesario para que ustedes no lo noten.
Ustedes. ¿Lo notaron? No. ¿Sucedio? No lo sabemos. Y así entonces prosigue El Piloto surcando las infinidades. ¿Del que? Porque, en definitiva, hasta ahora El Piloto no ha hecho mas que adentrarse en esas mismas infinidades, en busca de no sabemos qué, deseando que no pase algo, tampoco sabemos qué. Pero yo soy El Piloto. Yo sé. Debe ser entonces que ese algo que El Piloto, que yo, espero que no pase, es demasiado inconveniente como para ser contado, mostrado. Probablemente sea mascullado. Probablemente sea alguna de esas cosas internas que El Piloto se guarda y da vueltas y vueltas y vueltas hasta que se gastan.
Bien, es así. Lo afirmo, solo que hay algo que el piloto no termina de entender por más vueltas que le dé. Y es que por más vueltas que le dé, no se erosiona. ¡No se gasta! Sigue ahi. Tengo que corregirme, no solamente no se gasta sino que permanece tan impoluto. Y uno está tan acostumbrado a verlo que su permanencia perenne se hace intolerablemente latente. Lo veo día y noche y día, noche, mes y año. Y acá estoy. Mascullándolo, evitándolo. Piloteándola en fin. Esperando el fatídico momento, reflexionando acerca de su efimeridad. Pobre del Piloto, que en este punto preferiría apuntar su nave en suicida recta hacia... ¿Hacia qué?

martes, 6 de abril de 2004

¡Hola Mundo!

Sí. No veo otra opción que empezar en la forma en que millones lo han hecho. Después de todo, ¿quién o que soy yo para interrumpir el orden universal? Asi que:
¡Hola Mundo!